El
1ro. De Octubre, nuestra Iglesia celebra la memoria de Santa Teresita del Niño Jesús
o de Lisieux, Virgen Carmelita, doctora de la Iglesia y Patrona de las
misiones. Año 1897, Francia.
María Francisca Teres nació el 2 de Enero de 1873 en Alençon,
Francia. Fue hija de Martín Guérin y de María Celia Guérin, ambos canonizados el
18 de octubre de 2015. Teresa
era la última de cinco hermanas, había tenido dos hermanos más, pero ambos
habían fallecido. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos,
era viva e impresionable, pero no particularmente devota.
En 1877, cuando tenía cuatro años, murió su madre. Su
padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían
bajo el cuidado de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Santa
Teresita era la preferida de su padre. Sus hermanas eran: María, Paulina, Leonie
y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se
encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. Les leía mucho en el
invierno.
Cuando Teresita tenía 9 años, Paulina ingresó al
convento de las carmelitas. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a
seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba
una parte muy importante de su vida. Se decía a sí misma que quería ser llamada
"Teresa del Niño Jesús". En una visita al convento, la Madre Priora,
sin que Teresa lo haya mencionado nunca le dijo: "cuando vengas a vivir
con nosotras, mi querida hija, os llamaréis Teresa del Niño Jesús", lo
cual la Santa interpretó como "una delicadeza de mi amado Niño
Jesús".
El 8 de mayo de 1884, Teresa hizo su primera comunión
en la iglesia del colegio de las Benedictinas en Lisieux. Durante la misa,
Teresa llora profusamente de alegría y no de tristeza. Describiría a la
perfección la intensidad de este primer encuentro místico: «¡Ah! Ese fue el
primer beso de Jesús en mi alma ... Fue un beso de amor, me sentí amada, y le
dije también: “Te amo, me entrego a ti para siempre”.
Desde ese entonces ella venia desmejorando su salud de
manera extraña: sufre continuamente de dolores de cabeza, dolores en el
costado, come poco y duerme mal. Su carácter también cambia de humor, a veces
retraída a veces malhumorada.
El médico Alfonso H. Notta diagnosticó la enfermedad
de Teresita como una reacción a una frustración emocional con un ataque
neurótico, Varias veces al día, Teresa sufre de temblores nerviosos,
alucinaciones y ataques de terror. Está pasando por una gran debilidad y, a
pesar de que conserva toda su lucidez, no pueden dejarla sola.
El 13 de mayo de 1883, el día de Pentecostés, Luis
Martin, Leonia, Celina y María, que permanecen junto a la cama de Teresa, se
sienten impotentes para poder aliviarla, se arrodillan a los pies de la cama y
se dirigen a una imagen de la Virgen. Más adelante, Teresa contaría: «Al no
encontrar ayuda en la tierra, la pobre Teresa también se vuelca hacia su Madre
del cielo, orando con todo su corazón para que finalmente tenga misericordia de
ella...». En ese momento Teresa se siente abrumada por la belleza de la Virgen,
y especialmente por su sonrisa: «La Santísima Virgen me ha sonreído. ¡Qué feliz
soy!». En ese momento, la paciente se estabiliza delante de sus hermanas y su
padre que están atónitos. Al día siguiente, todos los rastros de la enfermedad
desaparecen, excepto dos pequeñas alertas en los siguientes meses. Teresa aún
esta frágil, pero no va a sufrir en el futuro de ninguna nueva manifestación de
estos trastornos.
El 14 de junio de 1884 es confirmada por el obispo
Abel Antoine-Flavien Hugonin, obispo de Lisieux. Al recibir el Espíritu Santo,
la joven confirmada se deja maravillar por este «Sacramento de Amor», que, ella
está segura, le dará la «fuerza para sufrir».
Cuando Teresita tenía catorce años, su hermana María
se fue al convento de las carmelitas igual que Paulina. Al año siguiente,
Teresita le pidió permiso a su padre para entrar al convento de las carmelitas
y él dijo que sí. Las monjas del convento y el obispo de Bayeux opinaron que
era muy joven y que debía esperar.
Algunos meses más tarde fueron a Roma en una
peregrinación por el jubileo sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse
frenta al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si
podía entrar en el convento a los quince años. El Papa quedó impresionado por
su aspecto y modales y le dijo que si era la voluntad de Dios así sería y le
recomendó obedecer las instrucciones de sus superiores.
Finalmente le llegó el permiso solicitado al Papa, el
9 de abril de 1888 es recibida en el Ministerio del Carmelo de Lisieux. En ese
convento vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello,
solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a
Dios como su instrumento.
Se ha vinculado su espiritualidad con la de la santa
contemporánea Faustina Kowalska. Su doctrina habla de que son los sencillos
actos, hechos con amor, el camino hacia la santificación: «La santidad no
consiste en esta o la otra práctica, sino en una disposición del corazón que
nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra
flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre.» No se atemorizo ante
el sufrimiento ni físico ni moral, que consideró era el tesoro más valioso que
podía ofrecer a Jesús y nos hace copartícipes de su gloriosa Pasión.
Enferma de tuberculosis pulmonar, su estado de salud
empeoró gravemente durante el último año. A lo largo de los dos últimos meses
comenzó la etapa de grandes sufrimientos, apenas podía respirar, pues sólo le
quedaba medianamente servible medio pulmón, y después de dos días de penosa
agonía muere el 30 de septiembre de 1897, permaneciendo durante sus últimos
instantes en una suerte de éxtasis, pudo erguirse levemente, su rostro recuperó
el suave color que le era natural, un pequeño crucifijo en sus manos, la mirada
dulcemente fijada cerca de una estatua de la Santísima Virgen que habían
instalado enfrente de ella. Sus últimas palabras fueron: "Oh, le
amo...", mirando a su crucifijo; y un instante después: "¡Dios mío...
os amo!". El centro de su espiritualidad fue la misericordia y el amor de
Dios.
Considerada por Pio XI como "la estrella de su
pontificado, "En 1923 es beatificada y en 1925 canonizada. En 1927 es
proclamada patrona de las misiones pese a no haber abandonado nunca el
convento, pero siempre rezaba por los misioneros y siempre fue su deseo
ardiente el serlo hasta en los últimos confines de la tierra. En 1997 el Papa
Juan Pablo II la proclama Doctora de la Iglesia, siendo la tercera mujer en
recibir ese título y es conocida como "Doctora del Amor". La Basílica
de Santa Teresa, en Lisieux, es uno de los edificios religiosos más grandes de
Francia y el segundo lugar de peregrinación más importante del país, después
del Santuario de Lourdes.
La obra escrita de Santa Teresita no es muy extensa,
sin embargo, presenta un claro interés espiritual, teológico y hasta
antropológico. La obra que contiene la esencia de su espiritualidad, conocida
como la "Pequeña Vía" que nos encamina hacia la "Infancia
Espiritual", no obstante haber sido iniciada a manera de autobiografía,
consta de tres manuscritos escritos por mandato de dos de sus superioras, que
fueron publicados en un libro con el título de "Historia de un Alma".
Además, se cuenta con 274 cartas escritas a familiares y otras personas, poemas
religiosos, algunas obras teatrales, textos dispersos y las palabras pronunciadas
durante su larga agonía.
Actualmente también hay abierto un proceso de
beatificación para su hermana Leonia, así como previsible para las otras
hermanas.
Señor
y Padre Nuestro, que por la intercession de Santa Teresita del Niño Jesús, que
tanto te amo, y ardia sus Corazon por estar en tu presencia, permitenos que
nuestros corazones sientan ese llamado de sembrar en los corazones amor por ti,
amor por la oracion que es el lenjuaje que nos comunica y que deseemos como
ella con toda el alma ser santos para ir al cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor, Santa Teresita del Niño Jesus, ruega por nosotros. Amén.