El 11 de Septiembre, nuestra
Iglesia recuerda a San Pafnucio, Santo Obispo de Tebaida. Siglo IV, Egipto
Fue uno de los anacoretas de
su época, es decir, un religioso que vivia solo en un lugar apartado dedicado
por entero a la contemplación, la oración y la penitencia. Vivía de las
verduras que daba la tierra, agua, un poco de sal y poco más. Compartía consigo
mismo la soledad del desierto. La oración y la penitencia eran su principal
modo de emplear el tiempo. A su cueva acudían las gentes a recibir consejo, a escuchar
lo que aprendía del Espíritu con sus rezos y a contrastar la vida con el estilo
del Evangelio.
Se vió obligado a dejar la soledad contra su gusto porque fue nombrado obispo de Tebaida. Por defender a Cristo sufrió persecución, le amputaron una pierna y le sacaron un ojo cuya órbita desocupada, según cuenta la historia, gustaba besar con respeto y veneración el convertido emperador Constantino.
Estuvo presente en el Concilio de Nicea, donde se defendió la divinidad de Cristo y se condenó el arrianismo. En esa ocasión, al tratarse otros temas de Iglesia, tuvo el obispo Pafnucio la ocasión de dar muestras de profunda humanidad. El hombre venia del más duro rigor del desierto y podía exhibir en su cuerpo la marca de la persecución, en el concilio se mostró con un talante más amplio, abierto y moderado, los padres no conocían la dureza del desierto de Tebaida ni los horrores de la amenaza, ni el maltrato.
Numerosos padres conciliares pretendieron imponer que los obispos, presbíteros y diáconos casados dejaran a sus esposas para ejercer el ministerio. El obispo curtido en la dura ascesis anacoreta se opuso a tal determinación haciendo que se fuera respetuoso con la disciplina de la época: autorizar el ejercicio del Orden Sacerdotal a los ya casados y no permitir casarse después de la Ordenación.
No hay una fecha exacta sobre su canonizacion pero si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Señor y Dios nuestro, te rogamos, por intercesión de San Pafnuncio, que sepamos buscar un espacio cada día dedicado al encuentro de nuestra alma con su creador, que podamos en la soledad y silencio de la oracion escuchar a Dios y su voluntad en nuestra vida, que aprendamos a buscarlo y aceptar sus designios en los momentos difíciles de la vida. Por Jesucristo Nuestro Señor, San Pafnucio, ruega por nosotros. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario