El 15 de Octubre, nuestra Iglesia recuerda a Santa Teresa de Avila.
Virgen y Doctora de la Iglesia. Año 1582, España.
Santa Teresa, es conocida como
la Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los
Carmelitas Descalzos, patrona de los escritores católicos y Doctora de la
Iglesia (1970): La prime mujer, que junto a Santa Catalina de Siena recibe este
título.
Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515. Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez y Beatriz Dávila. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa. De niños, ella y Rodrigo, su hermano, eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Entonces dispusieron construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajera.
La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años, a esa edad le rogo a la Virgen María que la aceptara como hija. A los 15 años, el papá la manda a estudiar de interna en el colegio de las hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa. Estando ahí, leyó las cartas de San Jerónimo y comprendió el bien que era estar lejos del mundo y entregada a Dios en un convento.
Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Su padre se opuso, entonces Teresa decidió huir de su casa, con mucho dolor puesto que amaba a su padre y amigos. La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de las hermanas Carmelitas.
Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. En su casa tuvo la oportunidad de leer el libro "El alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel libro empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Pero se daba cuenta que necesitaba un director espiritual para avanzar en logros a la santidad.
A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.
Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban.
En aquellos tiempos, era por costumbre que las religiosas gastaban horas en las salas de los conventos conversando con las personas que las visitaban para gozar de su conversacion, esto las distraía de la oración. Teresa hizo lo mismo.
A Teresa le gustaba la contemplación de Cristos muy sangrantes, un dia mirando a uno de esos Cristo le pregunto: "Señor, ¿quién te puso así?", y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa". Desde entonces ella decidió buscar un camino a la santidad y buscar amistades que la ayudaran para tal caso.
Para crecer en santidad, Teresa tuvo ayudas formidables: Su gran inclinación a escuchar sermones, su devoción por personajes celestiales, su devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José. Tambien rezaba a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Meditaba cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, Y en honor de San Agustín leyó su libro "las Confesiones", y su lectura le hizo enorme bien.
Muchas veces experimentó sequedades en la oración y un deseo enorme de abandonarla, estos eran los ataques del demonio. Un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador Espíritu". Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.
Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: "No te dediques tanto a hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte con el mundo sobrenatural". En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un metro por los aires. Cada visión le dejaba un intenso deseo de ir al cielo. Desde entonces dejó de tener medio a la muerte. Después de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice: "Tan alta vida espero que muero porque no muero".
Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.
Un día vió un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en su corazón. Desde ese momento (Decia la Santa), “sentí en mi alma el más grande amor a Dios". Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón y obtener que otros lo amen también. Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda.
En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían decaído de su antiguo fervor. Eran demasiado numerosas lo cual ayudaba mucho a la relajación. Un día. Una sobrina de Teresa le dijo "Lo mejor sería fundar una comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas". Santa Teresa consideró esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo convento, con pocas hermanas pero bien fervorosas.
Ella llevaba ya 25 años en el convento. Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El Provincial de los Carmelitas concedió el permiso. Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento general y el superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.
Se ganó para su
causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Por orden
expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras que se han hecho
famosas. Su autobiografía titulada "El libro de la vida"; "El
libro de las Moradas" o Castillo interior; texto importantísimo para poder
llegar a la vida mística. Y "Las fundaciones: o historia de cómo fue
creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en medio de mareos y dolores
de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus experiencias
espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho estudios
especiales. Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos en
la literatura española y se han vuelto famosos en todo el mundo.
Santa Teresa murió
el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre.
¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque
para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por
años.
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intense hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también, te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas, aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado por todos los hombres. Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios, la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor, porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre. Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Por Jesucristo Nuestro Señor, Santa Teresa de Avila, ruega por nosotros. Amén.
Bendiciones
en Cristo Jesús. En "SABIDURIA DE LOS SANTOS-Santoral" compartimos
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