El 2 de Octubre, nuestra Iglesia celebra la fiesta de
los Angeles Custodios. Protectores de los
hombres he intercesores ante Dios.
La Iglesia celebra la fiesta de los Ángeles Custodios desde el siglo XVII. Dicha celebración fue instituida por el Papa Clemente X. La palabra “ángel” significa “mensajero”, o “el que lleva un encargo”. Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad. Debido a su naturaleza espiritual, no pueden ser vistos ni captados por los sentidos. No son seres corpóreos, y por lo tanto, no están sometidos a las leyes que regulan la materia, el tiempo y el espacio.
Esta creencia en los ángeles de la guarda puede encontrarse por toda la antigüedad, tanto en el mundo pagano como en la historia de la salvación encontramos indicios de la presencia de los ángeles entre nosotros.
En el libro del Génesis (28-29), los ángeles no sólo actúan como los ejecutores de la ira de Dios contra las ciudades de la llanura, sino que libran del peligro a Lot; en Éxodo (12-13), un ángel es el conductor designado de las huestes de Israel, y en en los capítulos 32, 34, Dios le dice a Moisés: “mi ángel caminará delante de ti.”
En un periodo muy posterior tenemos la historia de Tobías, que podría
servir como comentario a las palabras del Sal. 91 “que él dará orden sobre ti a
sus ángeles; de guardarte en todos tus caminos” Finalmente, en Daniel se confía
a diez ángeles el cuidado de distritos particulares; uno es llamado “príncipe
del reino de los persas”, y Miguel es denominado “uno de los grandes
príncipes”;
En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12, 15).
Nuestro Señor Jesus también nos advierte "Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial" (Mt. 18,10).
La Iglesia enseña que Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Estos son llamados “Angeles Custodios”. Son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros en las buenas y en las malas sin separarse ni un solo momento. Están a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos, y lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria. Nuestro ángel custodio no nos abandona ni se aleja. Lamentablemente, la mayor parte del tiempo no somos conscientes de su presencia.
San Basilio enseña que Dios ha dispuesto que toda alma no esté “sola”, sino que cuente con un protector con la misión específica de acompañar y guiar a una persona a lo largo de la vida. Esta tarea ha de cumplirse desde el momento de la concepción hasta la hora de la muerte, aunque otras fuentes dicen que permanecen a nuestro lado incluso en el cielo.
Recordemos que los ángeles solo pueden actuar sobre nuestros sentidos y nuestra imaginación, sin embargo, no pueden actuar sobre nuestra voluntad. No pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos. También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.
HIMNO DE LAUDES AL SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA
Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú
nunca me abandonas, ni de noche ni de día. Aunque espíritu invisible, sé que te
hayas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuentas todos mis pasos. En las
sombras de la noche, me defiendes del demonio, tendiendo sobre mi pecho tus
alas de nácar y oro. Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía. Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu
compañía. En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al
Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.
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