martes, 17 de junio de 2025

Junio 18, Santa Juliana de Falconieri


El 18 de Junio, nuestra Iglesia recuerda a Santa Juliana de Falconieri, Fundadora. Año 1341, Italia.

 Juliana nació en Florencia en el año 1270. Su padre poseía muchas riquezas, y había construido por su propia cuenta un templo en honor de la Santísima Virgen de quien era sumamente devoto. Junto a su esposa, habían suplicado por muchos años a Dios que les concediera descendencia, y al fin consiguieron que les diera esta hija que iba a ser su gloria y alegría. De joven era tan virtuosa, que su tío San Alejo de Falconieri le dijo a la mamá de Juliana que Dios no sólo le dio una hija, sino que le regaló un verdadero ángel. De niña acostumbraba a pasar largos ratos rezando en el templo, la mamá le instaba a que dedicara más tiempo a la costura y a la cocina para que pudiera encontrar marido algún día, pero Juliana sentía una inmensa inclinación hacia la virginidad.

 Habiendo muerto su padre cuando ella era muy pequeña, la mamá y el tío le prepararon un honroso matrimonio, pero ella los llamó aparte y les dijo que había tomado la decisión inquebrantable de quedarse soltera y dedicar su vida a la oración, a la meditación, a la caridad y al apostolado. Tenía apenas 15 años. Bien preparada por su tío, San Alejo (fundador de los Siervos de María) recibió del gran apóstol San Felipe Benicio el distintivo de Terciaria de los Siervos de María. Este distintivo era un manto sobre la cabeza. Ella siguió viviendo en su casa con la mamá, pero observando una conducta tan religiosa y santa como la de una fervorosa religiosa. A otras les agradó este modo de practicar la vida religiosa (quedándose con sus familiares, pero observando una conducta como la de una santa monja) y siguieron su ejemplo. Todas llevaban como distintivo un manto sobre la cabeza, por lo cual la gente las llamaba: las muchachas de la pañoleta.

 Creció mucho el número de las jóvenes Terciarias (se llaman terciarias a las que pertenecen a la tercera rama de una comunidad religiosa; la primera son los hombres; la segunda son las monjas y la tercera son las personas laicas que viven en el mundo, pero llevando una conducta piadosa) y ellas, tuvieron que conseguir una casa para reunirse. Entonces ellas eligieron superiora a Juliana. Su asociación tomó el nombre de "Siervas de la Virgen María". Durante 35 años, hasta su muerte, dirigió nuestra santa a esta piadosa asociación, llevándola a un alto grado de perfección.

 Juliana se propuso un Reglamento sumamente riguroso. Ayunaba tres días por semana, y a veces pasaba días sin comer bocado (sobre todo cuando se dedicaba a altísimas oraciones). Esto hizo que se enfermara muy gravemente del estómago (úlcera llamaríamos quizás hoy a tal enfermedad). Los viernes los dedicaba a meditar en la Pasión y Muerte de Jesucristo y los sábados a pensar y leer acerca de la Santísima Virgen (de quien fue supremamente devota desde sus primeros años).

 Muchas veces dormía sobre el duro suelo. Se propuso hacer los oficios más humildes de la casa, y tratar a cada una de sus compañeras como si fueran muy superior a ella (cumpliendo lo que recomienda San Pablo: "Considerad a los demás como superiores en todo a vosotros)."(Filip. 2,3).

 Redactó para su comunidad un Reglamento que fue aprobado después por 4 Sumos Pontífices (Honorio IV, Nicolás IV, Benedicto XI y Martín V). Ella misma era la más exacta en cumplir cada uno de los artículos del Reglamento, dando así muy buen ejemplo a todas.

 Los que tuvieron que tratar con ella estuvieron de acuerdo en que su caridad, su amabilidad y su inclinación a buscar el bien de las almas de los demás, eran extraordinarias. La gente gozaba al recibir las demostraciones de su afectuosa bondad. Nunca dejaba escapar una oportunidad de ayudar a los que necesitaban de su colaboración. Los sacerdotes decían que a los pecadores les hacían mayor bien los sencillos consejos de esta sencilla religiosa seglar, que los sermones de los mejores predicadores. Muchos pecadores se convirtieron de su vida de maldad, después de tener una charla con Juliana, la de la "pañoleta".

 Enemigos que se odiaban a muerte, hacían las paces y se declaraban para siempre la paz cuando la santa se dedicaba a volverlos otra vez a la amistad. Pasaba horas y horas seguidas dedicada a la oración, sin sentir pasar el tiempo diciendo que era para alejar las tentaciones.

Muchos días los pasó solamente con la Sagrada Comunión, sin ningún alimento más. Su fama de santidad se extendió por todos los alrededores de la casa donde vivía y por toda la ciudad. Y por medio de sus fervorosas oraciones consiguió favores especialísimos para quienes se encomendaban a sus plegarias.

 En su última enfermedad, a la edad de 71 años, ya su estómago no le recibía ningún alimento. Vomitaba todo lo que comía. Así que tuvo que dejar de recibir la Sagrada Comunión, y esto constituía para Juliana la más grande mortificación y penitencia. Y sucedió que en la última visita que le hizo el sacerdote, llevando el Santísimo Sacramento, la santa, sabiendo que no podía comulgar, pidió que le colocaran el Santísimo Sacramento sobre su corazón, le pusieron un mantel blanco y sobre este mantel la Santa Hostia. Y he aquí que, de un momento a otro, la Hostia Consagrada desapareció y nadie la pudo encontrar. Ella había pedido poder recibir a Jesús Sacramentado antes de morir, y su estómago no le permitía, pero su fe le consiguió el prodigio de poder comulgar. Tan pronto como la Hostia Consagrada colocada sobre su corazón desapareció, Juliana, con una expresión de inmensa alegría en su rostro, como si estuviera en éxtasis, murió llena de amor hacia Nuestro Señor.

 Después de muerta encontraron sobre su corazón, en la piel, una cicatriz redonda, como si hubieran cortado para que pasara la Hostia. En recuerdo de esto, sus religiosas llevan siempre sobre su hábito, en el lado del corazón, una medalla donde está grabada una Santa Hostia.

 Fue beatificada el 8 de julio de 1678 por el papa Inocencio XI, siendo él mismo terciario de la Orden de los Servitas de María. Fue canonizada el 16 de junio de 1737 por el papa Clemente XII al mismo tiempo de san Vicente de Paul, Juan Francisco Regis y Catalina de Génova.

 Es Patrona de los hombres y mujeres la Orden de los Servitas (Orden de los Siervos de María). Su cuerpo se venera en la Basílica de la Santísima Anunciación de Florencia. Una estatua de mármol que la representa fue dispuesta en la Basílica de San Pedro en Roma, en la parte izquierda, dirigiendo la mirada hacia el altar mayor.

 Para la reflexión:

 ¿A que me invita la vida de Santa Juliana? ¿Qué cambios puedo hacer en mi vida para alcanzar la santidad?

 Señor y padre Nuestro, te suplicamos por la intercesión de Santa Juliana que nos concedas el don del amor inmenso a la oración, a la penitencia para vencer las tentaciones y amor al Santísimo Sacramento, todo para el bien de nuestras almas. Por Jesucristo Nuestro Señor, Santa Juliana de Falconieri, ruega por nosotros. Amén.



Bendiciones en Cristo Jesús. En "SABIDURIA DE LOS SANTOS-Santoral" compartimos una breve biografía del Santo de cada día 🎧.

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