viernes, 16 de mayo de 2025

Mayo 16, San Juan Nepomuceno


El 16 de Mayo, la Iglesia celebra a San Juan Nepomuceno, Santo presbítero y mártir del secreto de confesión. Año 1345-1393, Republica Checa/Italia

 Nació en la ciudad Nepomuk, situada en la región de Bohemia, actual República Checa, alrededor del año 1345, su nombre de pila es Juan Welflin o Volfín. El nombre de Nepomuceno lo toman del lugar donde nació Nepomuk. Su infancia y primera juventud transcurrieron en un período de notable florecimiento cultural y religioso en el Reino de Bohemia, bajo el gobierno del reinado de Carlos IV, quien también fue Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Desde muy joven Juan mostró una inclinación hacia los estudios y la vida eclesiástica. Se estima que su familia pertenecía a un estrato social que le permitió acceder a una buena educación.

 Cursó estudios en la prestigiosa Universidad de Praga, donde se nutrió de los conocimientos teológicos y canónicos de la época, destacándose por su inteligencia y su aplicación. Posteriormente, amplió su formación en la Universidad de Padua, en Italia, uno de los centros de estudios jurídicos más importantes de Europa, donde obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en 1387. Esta sólida preparación académica lo perfiló como un eclesiástico competente y versado en las leyes de la Iglesia, cualidades que le abrirían las puertas a importantes responsabilidades dentro de la archidiócesis de Praga. Su trayectoria académica evidencia un intelecto agudo y una dedicación al servicio de la verdad y la justicia.

 Una vez ordenado sacerdote, Juan Nepomuceno desempeñó diversos cargos eclesiásticos con notable diligencia y sabiduría, ganándose el respeto y la estima de sus superiores y de los fieles. Fue notario público, secretario del arzobispo Juan de Jenštejn y, posteriormente, canónigo de la catedral de San Vito en Praga, además de ejercer como predicador y vicario general del arzobispado, una posición de gran responsabilidad en la administración diocesana. Su ascenso en la jerarquía se debió a su probada capacidad, su integridad moral y su profundo sentido pastoral, cualidades que lo harían destacar aún más en los difíciles momentos que se avecinaban. Su vida antes del martirio ya era un testimonio de servicio y dedicación.

 El episodio central que define la santidad y el martirio de San Juan Nepomuceno está intrínsecamente ligado a su papel como confesor de Sofía de Baviera, la segunda esposa del rey Wenceslao IV de Bohemia. El monarca, conocido por su carácter irascible, suspicaz y a menudo cruel, comenzó a albergar sospechas infundadas sobre la fidelidad de su esposa, obsesionándose con conocer el contenido de sus confesiones sacramentales para confirmar o desmentir sus celos. Esta pretensión real chocaba frontalmente con la doctrina católica sobre la inviolabilidad absoluta del sigilo sacramental, que obliga al confesor a guardar secreto total sobre lo escuchado en confesión, aun a costa de su propia vida. La tensión entre el poder real y la autoridad eclesiástica, ya existente por otras disputas, encontraría en este punto un trágico desenlace.

 El rey Wenceslao IV intentó por diversos medios, incluyendo halagos, promesas y, finalmente, severas amenazas, que Juan Nepomuceno le revelara los pecados o las confidencias de la reina. El santo sacerdote, sin embargo, se mantuvo firme en su negativa, argumentando que el secreto de confesión era sagrado e inviolable, y que ni siquiera la autoridad real podía dispensarlo de ese deber fundamental de su ministerio. Esta postura inquebrantable exacerbó la furia del monarca, quien veía en la resistencia del vicario general un acto de desafío a su poder absoluto. Diversos análisis históricos sugieren que, además del asunto del sigilo, existían otros conflictos jurisdiccionales entre el rey y el arzobispo, en los cuales Juan Nepomuceno también defendió con firmeza los derechos de la Iglesia.

 La confrontación llegó a su clímax en marzo de 1393, cuando, tras un nuevo y violento interrogatorio en el que el rey Wenceslao IV incluso habría participado personalmente en las torturas, Juan Nepomuceno persistió en su negativa a violar el secreto de confesión. Viendo que no lograría doblegar la voluntad del santo, el monarca, en un arrebato de ira, ordenó su ejecución. La noche del 20 de marzo de 1393, a Juan Nepomuceno lo ataron doblado con la cabeza pegada sobre los pies, y luego fue arrojado desde el Puente de Carlos, en Praga, a las aguas heladas del río Moldova, consumándose así su martirio. Este fenómeno ha sido objeto de estudio por juristas y teólogos, destacando la primacía de la ley divina sobre las disposiciones humanas injustas.

 La ejecución de San Juan Nepomuceno, llevada a cabo con nocturnidad y con la intención de ocultar el crimen, no tardó en ser conocida por el pueblo de Praga, causando una profunda conmoción y una inmediata veneración hacia el mártir.  Según la tradición, en el lugar donde su cuerpo fue sumergido en el río Moldova aparecieron cinco estrellas luminosas, un signo interpretado como una manifestación celestial de su santidad y de la injusticia cometida. Este detalle, recogido en numerosas representaciones iconográficas del santo, contribuyó a forjar su imagen como «mártir del sigilo sacramental» y a extender rápidamente su culto. El cuerpo del santo fue recuperado días después por los fieles y sepultado con honores en la catedral de San Vito.

 El martirio de San Juan Nepomuceno no fue un hecho aislado, sino que se inscribió en un contexto de crecientes tensiones entre el poder real de Wenceslao IV y la autoridad eclesiástica, representada por el arzobispo Juan de Jenštejn. El rey pretendía controlar los nombramientos eclesiásticos y los bienes de la Iglesia, encontrando una firme oposición por parte del arzobispo y de clérigos fieles como Nepomuceno. La brutalidad del asesinato puso de manifiesto la tiranía del monarca y la heroicidad de quienes se atrevieron a resistirle en nombre de la fe y la justicia.

 Fue beatificado en 1721 por el Papa Inocencio XIII. En 1725, una comisión de sacerdotes, médicos y especialistas encontraron que la lengua del mártir se encontraba incorrupta, aparentemente seca y gris. De repente, en presencia de todos empezó a tomar apariencia de ser la de una persona viva, todos se pusieron de rodillas ante este milagro, fue el cuarto milagro que realizó el santo antes de ser proclamado oficialmente como tal. Fue canonizado solemnemente el 19 de marzo de 1729 por el Papa Benedicto XIII, un reconocimiento oficial que consolidó su posición como uno de los grandes mártires de la Iglesia.

 San Juan Nepomuceno es invocado como patrono de Bohemia, de los confesores, del secreto de confesión, y también como protector contra las calumnias y las inundaciones, y como patrono de los puentes, debido a las circunstancias de su martirio. Numerosas estatuas del santo se erigen en puentes de toda Europa, recordando su sacrificio y ofreciendo un punto de referencia espiritual para los transeúntes. En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente. Sus reliquias se guardan en Praga, en la iglesia metropolitana de San Vito.

Para la reflexión: 

Que podemos aprender del martirio de San Juan Nepomuceno?

Oh, Dios, que, como San Juan Nepomuceno, sepamos callar lo que debemos callar, no permitas que nuestra lengua sea motivo de habladurías o escándalos. Que el día de hoy si abrimos la boca sea solo para alabar a Dios, para pedir ayuda si la necesitamos o para alabar al prójimo. Endulza Señor nuestras palabras, que lleven paz a donde sea necesario. Por Nuestro Señor Jesucristo, San Juan Nepomuceno, ruega por nosotros. Amén.




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