El 25 de Febrero, nuestra
Iglesia recuerda al Beato Sebastián de Aparicio. Agricultor, artesano, fraile
franciscano. Santo analfabeto, pero sabio en virtudes. Años 1502-1600 España y
México.
Nació en Gudiña, Galicia (España), el 20 de enero de 1502. Le agradaba la vida de campo, no fue a la escuela ni aprendió a escribir, pero desarrolló muchas habilidades útiles como: arreglos de edificios, fabricación de carros, tenía conocimientos de cultivo y de toda clase de trabajo de finca. Pastoreó las ovejas de su padre hasta la edad de 20 años
En 1533 llega a la Nueva España por el puerto de Veracruz, y se dirige a Puebla, México. La ciudad estaba recién fundada y hacía falta todo tipo de trabajo. Sebastián puso sus diversos talentos a buen uso. Le ayudaban su enorme fe y su gran fuerza física. Había gran escasez de carros de carga. El fundó una empresa donde los construía y hacía transportes. Ayudó también a construir carreteras. Ayudaba a los indios pobres enseñándoles sus artes.
En 1542 Sebastián se traslada a la ciudad de México con el fin de fundar una mayor empresa de carros. Abrió el primer camino de carros a Zacatecas. Durante diez años transporta viajeros y minerales de plata de las minas de Zacatecas a la Casa de Moneda de México. Tuvo que hacerse amigo de los pueblos indígenas por los que atraviesa, especialmente de los Chichimecas, ya que no se tienen noticias de algún infortunio en sus viajes.
En 1552 deja este negocio y vende sus carretas, se vuelve hacendado con tierras que compra en los límites de la actual delegacion de Azcapotzalco y el municipio de Tlalnepantla, además de un rancho ganadero en las cercanías de Chapultepec, en lo que hoy sería la zona de Polanco. Para cuidar sus tierras y su ganado se muda al pueblo de Azcapotzalco y funda la Hacienda de San Nicolás, al norte de la ciudad y alrededor del Camino de Tlalnepantla. Dicha hacienda se llamó después Careaga y del Rosario. En su lugar se halla hoy una zona habitacional y una terminal del Metro de la Ciudad de México. Sebastián vivía con impresionante sencillez. Utilizaba sus recursos para hacer de su hacienda un centro de misericordia para todos. Los trabajadores de su finca eran tratados con todo respeto, como amigos.
Es en este sitio que se supone que Aparicio protegió y dio nacimiento a la fiesta del Día de Muertos, conjuntando la tradición prehispánica de culto a los muertos de sus trabajadores y las celebraciones católicas de Todos los Santos y Fieles Difuntos
En 1562 , a la edad de 60 años, Aparicio contrae matrimonio con la hija de un amigo en la iglesia de los franciscanos de Tacuba, haciendo con su esposa vida virginal, pero ella muere apenas un año después del matrimonio
A los 67 años vuelve a contraer matrimonio. fue también éste un matrimonio virginal, como Sebastián lo asegura en cláusula del testamento hecho entonces. Su segunda esposa fallece apenas ocho meses después. No hubo descendencia en ambos casos. Tras enviudar, torna a la vida de trabajo en su hacienda.
Su confesor le recomienda que ayude a las hermanas clarisas que estaban pasando miseria. En el año 1573 les cede a las clarisas sus bienes, que ascendían a unos 20,000 pesos, quedándose solo con 1000 pesos como le pidió su confesor por precaución por si no perseveraba. Se va el mismo a servirles en calidad de portero.
El 9 de junio de 1574, a los 72 años, recibe el hábito franciscano en el convento de México. Desde el principio dá un gran ejemplo de humildad haciendo cualquier servicio con prontitud. Sufre mucho, en parte por el trato de los jóvenes del noviciado y porque sus superiores, al verlo tan anciano no se deciden en dejarle profesar. Por fin a los 73 años el 13 de junio de 1575 hace su profesión. Un fraile firma por él, pues es analfabeto. Por aquel convento pasó otro santo franciscano llamado por Dios a ser mártir en Japón: San Felipe de Jesús
Al anciano fraile le ponen el oficio de limosnero, tiene que caminar largas distancias y todo lo que el recibe lo va repartiendo también entre los pobres.
Recorría la región con su
hábito franciscano, rosario en mano, el cual siempre andaba rezando. En una
fiesta de la Virgen, llega fray Sebastián al convento de Cholula en el momento
de la comunión y se acerca a comulgar. Cuando después está dando gracias, se le
aparece la Virgen, puede verla muy claramente que piensan los demás que se esta
volviendo loco, pero testimonios tardíos indican que en realidad la podía ver.
Sebastián sufrió muchos los abates del demonio. Las hermanas clarisas en Mexico lo sabían y trataron de ayudarlo. Ya de fraile, según cuenta el doctor Pareja, el demonio «le quitaba de su pobre cama la poca ropa con que se cubría y abrigaba y, echándosela por la ventana del dormitorio, lo dejaba yerto de frío y en punto de acabársele la vida. Los ataques continuaron en muchas ocasiones, pero también recibió consolaciones del cielo por medio de visiones de San Francisco y del apóstol Santiago que le confirman en su vocación. Tuvo gran devoción a los ángeles, especialmente al de su guarda y experimentó muchas veces sus favores.
A veces se le representa
montando un caballo se cuenta que había un caballo que derribaba a todo aquel
que se atreviese a montarlo, pero a Fray Sebastián lo llevaba mansamente.
Sus últimos 20 años los vivió como hermano encargado de pedir limosna por las casas, de cuidar el huerto, hacer las compras y los mandados. A pesar de sus muchos trabajos, parecía casi no sentir cansancio. Los ofrecía para salvar almas.
A los 98 años se sintió morir por causa de una hernia. Llega al convento y queda postrado en el suelo al modo de San Francisco. Pidió a los franciscanos que rezaran el credo y cuando decían: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna"... se quedó muerto, era el 25 de febrero del año 1600.
Muchísimos habitantes de Puebla asistieron a su entierro. Dos veces fue desenterrado su cadáver y las dos apareció incorrupto. Al morir quedó su rostro como de un hombre de 60 años pacíficamente dormido, como si estuviera vivo. 968 milagros fueron documentados en su proceso de beatificación.
Fue beatificado el 17 de mayo de 1789 por el papa Pio VI, es patrono de los transportes terrestres, en su fiesta se acostumbraban a bendecir carros nuevos.
En la actualidad su cuerpo incorrupto descansa en una urna de cristal en el convento franciscano de Puebla de los Ángeles en México.
Señor y Padre Nuestro, que por el ejemplo de tu santo San Sebastián de Aparicio, busquemos siempre el camino de la paz, de la sencillez, de buscar siempre tu misericordia, que nos llena más tu amor que los placeres del mundo, que por la intercesión de San Sebastián podamos encontrar la luz que nos guía siempre a tu presencia. Por Jesucristo Nuestro Señor, San Sebastián de Aparicio, ruega por nosotros. Amén.
Bendiciones
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