El 20 de Enero, nuestra Iglesia recuerda la memoria litúrgica de San Fabian y de San Sebastián, Mártires de nuestra Fe.
San Fabián, fue el papa XX de Nuestra Iglesia católica. Año 250, Roma,
Italia.
Es un Papa de las épocas de las persecuciones del imperio. Era un hombre común, un laico piadoso, ya cristiano en una época en la que en Roma todavía había mucho pagano, Fabian era como decía Plinio Corrêa un “hombre de la calle”.
El historiador Eusebio cuenta que, al morir el Papa San Antero, el clero de Roma se reunió junto con los fieles creyentes, para elegir al nuevo Papa. Era el año 236. Ciertamente Fabián como todos los cristianos de esos tiempos, pensaba en la noticia principal que alimentaba los corrillos e interesado, como todos, por la muerte del papa, fue a juntarse a la multitud, donde, en asamblea clero y pueblo elegiría a quien guiaría la barca de salvación que es la Iglesia.
Cuando llega, ocurre lo inesperado. Los que estaban allí reunidos, vieron descender de lo alto del cielo una paloma de una albura esplendorosa y se posó sobre la cabeza de san Fabian. No habían pensado elegirlo a él porque no era sacerdote, pero, ante esta señal, la multitud piadosamente entusiasmada lo eligió Papa. Fue ordenado sacerdote y consagrado obispo. Y Fabián, que había salido a la calle a pasear, se vio así elevado a la dignidad inigualable de sucesor de aquél de quien el Salvador dijo: Tu eres Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y a partir de ese momento la atención de la Iglesia pasó a ser la única preocupación y actividad de su vida”.
Inicia su pontificado enviando por todo el Imperio siete diáconos y siete subdiáconos, con la tarea específica de recoger o elaborar las actas de los martirios, para hacer la antología de los santos que habían entregado su vida por amor a Cristo, haciendo así que su testimonio de fe quedara patente y sirviera de ejemplo para los siglos futuros. San Fabián sería así el Archivero de la sangre derramada por Jesús al inicio del Cristianismo.
Pero la Iglesia fue viendo también que el Espíritu Santo no se había equivocado, y que este sencillo “hombre de la calle” se transformaba en el solícito guardián, el dedicado pastor, y la inconmovible roca. Esta fortaleza divinamente adquirida quedó manifiesta en su enfrentamiento con el Emperador Filipo el Árabe, de quien cuentan las tradiciones fue bautizado por el propio San Fabián.
Pero, sube al trono del imperio, Decio, perseguidor encarnizado de los cristianos, quien fácilmente ubica al Papa como uno de sus principales oponentes, y un día lo manda decapitar. San Fabián había sido sumo Pontífice por 14 años. Del 236 al 250.
San Cipriano dijo de él: "Fue un hombre muy santo, y la gloria de su martirio correspondió a la gran pureza de su vida".
San Sebastián, Santo Soldado Mártir, patrono de los arqueros, los soldados y los atletas. Año 288, roma
El nombre "Sebastián" significa: "Digno de respeto. Venerable". San Sebastián es un santo venerado por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. Fue soldado del ejército romano y del emperador Diocleciano, quien -desconociendo que era cristiano- llegó a nombrarlo jefe de la primera corte de la guardia pretoriana imperial.
Nació en Narbona (Francia) en el año 256, pero se educó en Milán, Italia, para seguir la carrera militar de su padre. Marchó a Roma, donde ya se hacía insoportable la persecución contra los cristianos por causa de la fe para confortar y ayudar a los seguidores de Jesús de Nazaret. Cumplía con la disciplina militar pero no participaba en los sacrificios paganos por considerarlos idolatría. Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros visitando y alentando a otros cristianos encarcelados por causa de su religión. Acabó por ser descubierto y denunciado al emperador Maximiano, quien lo obligó a escoger entre poder ser soldado o seguir a Jesucristo.
El santo escogió seguir a Cristo. Decepcionado, el emperador le amenazó de muerte, pero Sebastián se mantuvo firme en su fe. Enfurecido, le condenó a morir asaeteado. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste, y lanzaron sobre él una lluvia de saetas dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero Sebastián se negó rotundamente. Se presentó ante un emperador desconcertado, ya que lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. Murio en el año 288.
El culto a San Sebastián es muy antiguo y está muy extendido; es invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión, y además es llamado "el Apolo cristiano" ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general. Los primeros cristianos de Roma perseguidos llegan a las Islas del Mediterráneo y trae, con fe cristiana, su devoción al mártir Sebastián. Su fiesta se celebra el 20 de enero y ha estado siempre unida a la de san Fabián, en la festividad de los Santos Mártires.
Señor y Padre Nuestro Concédenos, como a San Fabian y a San Sebastián el espíritu de fortaleza; de valentía y que aprendamos a obedecerte a ti antes que a los hombres. Por Jesucristo Nuestro Señor, San Fabian y San Sebastián, rueguen por nosotros. Amén.
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