lunes, 13 de enero de 2025

Enero 12, El Bautismo del Señor




El día de hoy, nuestra Iglesia celebra la Solemnidad del Bautismo del Señor.

 Normalmente el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es dedicado a celebrar el bautismo de Cristo, y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la manifestación del Señor. Es también el domingo que da paso al tiempo durante el año, llamado también tiempo ordinario. Con él empieza su vida pública. Consagra su vida a la evangelización.

 Cuando Cristo se metió entre la gente para esperar su turno de ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía que hacer. Llegó el Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?”

 Hay una diferencia importante entre los dos bautismos:  El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

 El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace "partícipes de la naturaleza divina”

 "No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia..." dice Juan, trabajo reservado al más inútil de los esclavos... Juan destaca la infinita distancia entre él y Jesús.

 ¿Por qué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? es una escena tan impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta escandalosa.

 Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el "modo" que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia... Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de Dios... así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente.

 Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy "especial": ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo bautismo:

 El cielo abierto, que ya nunca más será cerrado por los pecados, como hasta este momento estaba. Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo y el Espíritu Santo. Llega todo, porque Dios mismo viene, y Él será para nosotros y nos dará todo. Estamos frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada.

 En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no "presenta" a su Hijo como “Éste es mi Hijo amado”, sino que se dirige a Él diciendo “Tú eres mi Hijo...”: Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO.

 Cinco puntos para tomar en cuenta.

 1.- Celebramos hoy el Bautismo del Señor. Con él empieza su vida pública. Consagra su vida a la evangelización.

 2.- También nosotros, con el Bautismo nos incorporamos a la Iglesia. El Bautismo nos hace HIJOS DE DIOS y herederos de la gloria.

 3.- Por eso es tan importante bautizar a los niños cuanto antes. Aunque hoy la mortalidad infantil es rara, nunca se sabe. Siempre se dan algunos casos. Debemos evitar que les ocurra a nuestros niños. El recién nacido que muere bautizado se salva seguro. El que muere sin bautizar, no sabemos. Es posible que también, se deja a la Misericordia de Dios. Y tratándose de cosas importantes, lo razonable es optar por lo seguro, no por lo probable.

 4.- El LIMBO no es de fe. Es una conclusión teológica. Los niños muertos sin bautizar no pueden ir al infierno porque no tienen pecado personal. Tampoco tienen derecho al cielo porque no han recibido el Bautismo. Por eso los teólogos piensan en el LIMBO. Pero no sabemos si Dios tiene un modo, que nosotros desconocemos, de salvar a esos niños.  Pero lo seguro es bautizarlos. La Iglesia quiere que se haga cuanto antes. No debe aplazarse más de un mes después del nacimiento.

 5. Esto es tan importante que la Iglesia concede permiso para bautizar a los niños en peligro de morir a cualquier persona, aunque no sea católica, con tal de que quiera hacer lo que mandó Jesucristo, y pronuncie la fórmula mientras derrama el agua sobre alguna parte del cuerpo del niño.

 Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste a Cristo como Hijo tuyo muy amado cuando era bautizado en el Jordán, y el Espíritu Santo descendía sobre él; concede a tus hijos, renacidos del agua y del Espíritu, perseverar siempre en el cumplimiento de tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.




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