jueves, 18 de septiembre de 2025

Septiembre 19, San Genaro de Nápoles


El 19 de Septiembre, nuestra Iglesia recuerda a San Jenaro de Nápoles y compañeros mártires. Año 305, Italia.


 San Genaro, patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que generalmente ocurre cada año desde hace siglos el día de su fiesta, el 19 de septiembre. Su sangre, se licúa ante la presencia de todos los testigos que deseen asistir.

 Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli los diáconos Sosso, Próculo y Festo y los laicos Euticio, Acucio, y Desiderio, el delito era haber confesado públicamente su fe. Cuando San Genaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos, a darles consuelo y aliento en la prisión. Como era de esperarse, sus visitas no pasaron inadvertidas y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que un hombre de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos. El gobernador mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia.

 El obispo Jenaro, Festo su diácono y Desiderio, soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar delante de su carro. En Pozzuoli fueron arrojados a la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Condenaron entonces a todo el grupo a ser echados a las fieras. Los siete condenados fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas víctimas. El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de la violencia, a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados.

 La fama de que goza san Jenaro se debe a un hecho, considerado "prodigio", que no milagro, por la Iglesia, que se obra todos los años en Nápoles el 19 de septiembre, aniversario de su muerte. Más de un siglo después, en el 432, con ocasión del traslado de las reliquias de Pozzuoli a Nápoles, una mujer le habría entregado al obispo Juan dos ampollas pequeñas con la sangre coagulada de San Jenaro, casi como garantía de la afirmación de la mujer la sangre se volvió líquida ante los ojos del obispo y de una gran muchedumbre de fieles.

 Desde entonces cada 19 de Septiembre un sacerdote expone en el altar de forma solemne, frente a una urna que contiene la cabeza del santo, una ampolla del tamaño aproximado de una pera que contiene su sangre solidificada. Los presentes empiezan a rezar y la sangre, normalmente sólida y de color negruzco, se vuelve líquida y rojiza y aumenta de volumen. Se considera un milagro del santo fallecido. Otros casos de licuefacción de sangre son los de san Chárbel Makhlouf en el Líbano y san Pantaleón en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid en España.

 Según la explicación científica, este comportamiento es habitual en fluidos denominados no newtonianos, en particular en los materiales llamados pseudoplásticos, que se comportan como sólidos cuando están en reposo y se vuelven más fluidos cuando se someten a algún tipo de esfuerzo, y tixotrópicos, que tienen memoria, dependiendo su viscosidad de su historia reciente. En la revista científica Nature se publicó en 1991 un artículo que explica el fenómeno de la licuefacción, pero para elementos como cloruro férrico y carbonato cálcico, añadidos con sal. No obstante, no se sabe si estos son en esencia los compuestos de la sangre de la ampolla, pues se desconoce el contenido, de modo que no se puede saber bien qué sucede con la sangre.

 Ese acontecimiento extraordinario se repite constantemente todos los años en determinados días, es decir, el sábado anterior al primer domingo de mayo y en los ocho días siguientes; el 16 de diciembre, el 19 de septiembre y durante toda la octava de las celebraciones en su honor. Los testimonios de este fenómeno comienzan desde 1329 y son tan numerosos y concordantes que no se pueden tener dudas.

 El prodigio, porque así lo considera hasta la ciencia, merece la afectuosa admiración con que lo sigue el pueblo. Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia no descarta que pueda haberlo. No se opone a la investigación porque ella busca la verdad. La fe católica enseña que Dios es todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación. Pero es cuidadosa en determinar si un particular fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural

 Hasta el dia de hoy, no tiene ninguna explicación natural pues no depende ni de la temperatura ni del ambiente, podemos atribuirle el significado simbólico de vivo testimonio de la sangre de todos los mártires en la vida de la Iglesia, que nació de la sangre de la primera víctima, Cristo crucificado.

 Dios Todopoderoso que suscitas en tu Iglesia pastores santos que defiendan con valentía el nombre de tu unigénito Jesucristo. Te pedimos que, a ejemplo de San Genaro, sepamos dar testimonio de nuestra fe en todo momento, aún a riesgo de nuestra propia vida. Te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.



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