El 28 de febrero, nuestra
Iglesia recuerda a San Román de Condat, Ermitaño, Monje Místico. Años 390-460,
Condado de Borgoña, actual Francia.
Su vida se mueve en aquellos
años tan difíciles cuando el Imperio Romano de Occidente se desmorona y cuando
los pueblos bárbaros venidos del norte de Europa amenazan avasallarlo todo. De hecho,
reina la barbarie y la desolación, polos opuestos a la dulzura y valores
eternos que predica la fe de Jesucristo.
San Román Nació en el condado
de Borgoña hacia el año 390. Sus padres lo criaron en el Santo temor de Dios,
cuando tuvo edad, decidió ser instruido en la vida monástica por el Santo Abad
de Lyon llamado Sabino.
Para practicar las virtudes
aprendidas en su monacato, decidió volverse ermitaño y se fue a vivir al Monte
Jura, en el condado de Condat, un lugar ubicado entre las actuales Francia y Suiza.
San Román permaneció en aquel sitio
algunos años en una perfecta soledad, cultivaba la Tierra, dormía poco, y hacia
constantes ayunos, su tiempo lo ocupaba meditando la misericordia del Señor y
las verdades de la religión, cantando salmos, leyendo las vidas de los padres y
las instrucciones de los abades.
Después de un tiempo en
soledad, se le apareció en sueños a su hermano Lupicino, invitándolo a venir
con él a la vida de ermitaño, fue su primer discípulo, después se le unirían
varios más.
Los progresos espirituales de
San Román eran muy grandes esto lo notó el enemigo de todos, el adversario.
Cuenta Gregorio Turnense que el demonio intento desviarlo con todo género de
tentaciones posibles. Alguna vez, en oración sintieron el y su hermano Lupicino
que caía una especie de lluvia de rocas sobre sus cabezas, era el demonio
tratando de distraerlos.
La Divina Providencia iba
dirigiendo los pasos de Román y poco a poco le hacía ver que aquella vida que
llevaba no podía satisfacer ni llenar las ansias de su corazón. Estaba dotado
de un carácter vivo, fogoso y expansivo. Por otra parte, también le arrastraba
la soledad y la entrega a Dios en el silencio y la oración. ¿Quién vencerá la
batalla?
Algunos hombres, hambrientos
de vida de mayor entrega al Señor le piden acepte su compañía... Así van
echándose los cimientos de aquel género de vida que llamará la atención por
aquellos alrededores y que será foco de virtudes cristianas. De aquí surgió su
célebre monasterio de Condat de regla Benedictina que será después la semilla
de otros muchos Monasterios, cada uno de ellos gobernado separadamente por
estos Santos, pero la regla Benedictina y el espíritu eran uno mismo
Lupicino, era más fogoso de carácter
que Román y a veces era un tanto duro en las penitencias que él se imponía y
quería también para los demás. Entonces aparecía Román, y con su gran bondad,
traía la paz y descargaba a los monjes de penitencias exageradas. La piedad, el
continuo silencio y las demás virtudes que practicaban eran asunto de la
admiración y de los elogios de toda Francia.
Por aquellos tiempos San
Hilario estuvo por esas tierras cercanas a estos dos Santos, llegaron a sus
oídos tantos testimonios de las virtudes de Román que le hizo llamar. En conversaciones
que tuvo con él se dio cuenta de la santidad que poseía y sin perder tiempo y
le confirió las órdenes sagradas. Una vez hecho sacerdote lo regresó a su
monasterio en Condat. La nueva dignidad sólo sirvió para hacerle más humilde y
para que sobresaliera más la religiosa sencillez de su conducta.
Con el tiempo San Román,
edificó otros monasterios entre ellos uno para damas, el monasterio de Beaume,
gobernado por una hermana del mismo Santo que fue la primer abadesa.
Román también supo ser duro e
intransigente con los príncipes y nobles cuando veía que los derechos humanos y
de la Iglesia eran pisoteados por ellos. Condat se había convertido en una de
las escuelas más famosas de su tiempo y de allí salían fervorosos misioneros y
trabajadores para todos los campos en la viña del Señor. Famosos se hicieron
por su sabiduría, copia de códices, enseñanza de idiomas antiguos, composición
de preciosos tratados de vida espiritual y obradores de muchos prodigios.
San Román conocido También
como San Romano abad es recordado por su milagro al curar a dos hombres
leprosos durante una peregrinación, al encontrarlos en una cueva fua a
abrazarlos, ellos se quedaron dormidos y despertaron totalmente curados de la
lepra, hecho que le dio fama de santidad a Román, pero el huía de ella.
Murió el 28 de Febrero del año
460, tenía casi 60 años. Fue sepultado
en la iglesia del convento de su hermano en el monte Jura, en la región
lugdunense de la Galia.
Para la reflexión:
¿Que podemos aprender de la
vida de San Roman y de sus cualidades?
Señor y Padre Nuestro, que por
la humildad y fortaleza espiritual de San Roman aprendamos a enfrentar incluso
los combates del enemigo. Alcanzanos la gracia de perseverar en la lucha contra
el mal manteniendo nuestra fe inquebrantable en Dios inspirarnos a seguir tu
ejemplo de. Dedicación y entrega total a la voluntad divina. Incluso en medio
de las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor, San Roman de Condet, ruega
por nosotros. Amén.
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